domingo, marzo 16

Y la vida siguió como siguen las cosas que no tienen mucho sentido

Me reconcilié con Sabina, clara señal de que mis quinientas noches terminaron hace rato...y eso que él tuvo una porción no despreciable de la culpa de mi crasso horror ( ahora en vez de empedrado se yergue "ensabinado").

Sin dolor.

De verdad yo pensaba que las disculpas (el "perdón" suena muy eclesial) eran para el otro, el de los continuos agravios...y como coro en dosis a través de una intensa semana caí en la noticia que la conciliación era con mi propia alma...desde ahí en adelante y como un dominó tranquilo pero imparable, las cosas que se estaban ordenando siguieron un compás.





Y claro, si "lo peor de la pasión es su ausencia"...me comprendo este estado de observación y desencanto con el mercadeo nocturno de la capital...hay acuerdo con el pelao y las shikillas en iniciar una búsqueda de lugares con buena onda.
By the way, este finde estuvo acertadísimo en cuanto a choices: buena la película, buena la visita, completamente buena onda el cumple (el Jorge me comentaba lo impresionado que estaba de que fueran todas tan guapas!!) y simpático espacio el que fabrica la patogallina para distender-se.

Y entonces viene este poeta enfisémico a plantear cosas que ya no me hacen sentido: dolores quemantes y vacíos internos que se ven tan lejanos y el sólo hecho de su lejanía me saca sonrisa.




Pero la sorpresa es que esta canción cortaziana se arma según el estado, y así las versiones difieren en el grado de angustia con que expresan el mismo cierre.
Estado y estabilidad.
Mientras l@s loc@s bajit@s (ya no tanto) de mi casa me preguntan acerca de los estados de la materia, por qué resulta imposible tragar con la boca abierta, por qué las nubes se ven si son tan gaseosas como el aire y si no habrá sido pesticida lo que mató a la Blanca Nieves...Yo les hablo de eso: de estado y estabilidad, de lo importante que es envolver a la razón y el corazón en el mismo beso para que seamos uno cada uno por los siglos de los siglos...

Somos todos niños, niños tímidos que tropiezan con su propia torpeza mientras persiguen objetivos difusos y de dudoso sentido.

Y si "para decir con dios a los dos nos sobran los motivos"...
El tema es si alguien está dispuesto a querernos igual.
Al menos yo lo estoy.

1 comentario:

Anónimo dijo...
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