sábado, junio 1

El Principio del Placer / El Fin del Displacer

Curioso que la palabra fin se use tanto para el final de algo como para la meta, función o propósito de algo... las cosas del sentido, y de lo sentido. Freud y sus cosas... Escribió "Más allá del Principio del Placer", libro de consulta obligatorio si se quiere entender ALGO de este raro bicho que somos, bicho cuyo miedo, a mi humilde juicio, es el centro ontogénico por antonomasia, el hoyo de la rosquilla, el ojo del huracán y la fuente de todos los supuestos "sentimientos"...hay en el miedo algo de sinécdoque, de pars pro toto de nuestras "guatever" (o "inserte aquí la hueá que se le cante la raja") motivación, deseo, impulso, emoción...o sea: para ser más claros: Si tratamos de hacer gluten del humano, agarramos su harina y la amasamos bajo el chorro de agua y después de mucho amasar y lavar, lo único que nos quedará es una molécula de miedo en estado puro. El librito este de Freud provoca, entre otras cosas raras, la reflexión acerca de las relaciones de objeto. Y el objeto como una especie de licencia médica en blanco, podemos investir y desvestir al objeto cuantas veces queramos, podemos jugar con la imagen de objeto de nuestra alocada cabecita o hacer como que el interlocutor existe y tratar de comunicarnos con el famoso "otro" a través de la anexacta herramienta de la lengua...o con la lengua. Lo que se plantea en la tesis de Freud y algunos colaboradores por fuerza citados por él, es que en la vida está claro que no todo lo que hacemos nos conduce a sentirnos bien. Ni siquiera se trata de pregonar el masoquismo, sino de advertir que sea cual sea nuestro FIN, su consecución siempre será parcial. Y dado que siempre nuestros fines irán siendo mediados por algún OBJETO, en el mejor de los casos una persona a la que le adjudicamos características positivas que nos cautivan, queda más claro que se trata de una apuesta con porotitos...no hay algo seguro, ni la percepción ni la emoción son datos fidedignos, lo único cierto es el miedo. Fuera de Freud y gente con tiempo para escribir, existe la realidad innegable de una naturaleza destructiva salvaje frente a la que nos levantamos dignos con nuestros pulcros inventos: la ducha para eliminar los olores a bestia que son tan evidentes en los vagabundos, el baño como lugar donde olvidar que somos un tubo que transforma bellas lechugas y trozos de cadáver en materias horrendas que se olvidan en un rápido flush...y de ahí todos los modales habidos. Están también las reglas, los límites, los quereres y los poderes, los siperonitos, los penseques..tanta figura que nos ayuda para encontrar que tenemos la razón y que el otro está equivocado. Pero hay un dato no menor en la enseñanza: alguien tiene que tener la deferencia de cuidar de nosotros mientras nosotros no podamos. Y ese mientras puede ser toda la infancia como puede ser mientras estamos deprimidos, mientras estamos confundidos, mientras somos el lado débil en la ecuación de la sobrevivencia. Cuando el cuidado de la infancia te pone límites te deja claro hasta dónde llegas tú y dónde empiezan los demás, es cierto, para que no te excedas, para que respetes y puedas vivir en convivencia con otros. Pero ahí hay una contratapa que nunca se lee: también esos límites te enseñan dónde empiezas tú y dónde los demás no deben acceder. El cuidado de los niños y del otro mientras está débil implica el respeto de su disco duro moral, no debe haber acceso a mellar, rayar o dejar algún tipo de huella permanente en el otro. Es por eso que las experiencias traumáticas que se viven "en pelotas" dejan escindido: no se puede reconciliar la emoción con el objeto, hay una ley que se rompe, un cristal que se triza, un modelo que cae y deja el terreno listo para una nueva cultura: la perversión. En cualquiera de sus modalidades, cualquier forma de vicio es una buena micro. Cuando te han robado tu cerca, sólo queda alejarte. Cuando han traspasado los márgenes de tu respeto, hay que volver desde cero a amarse uno mismo. Si la escisión es un recurso adaptativo debemos aprender a leer su registro emotivo y conformarnos con sólo SABER que está ligado a un objeto, hasta que la rabia se reconozca miedo, hasta que el miedo se reconozca en la pena de ser desvalido, para que nunca más lo estemos, para que no repitamos más el "cuídame tú que yo no puedo" y logremos mandar todo a la rechuchaesumare. Y como reza mi nuevo mantra: UNA PA LO´H VI´OH