miércoles, abril 6

Pan Chito

Vivía en la cordillera a la orilla de un río según decía, pero al parecer se sabía que no era así, aún cuando pudiese sostener con una versión precaria de lo que llaman convicción, que existía tal río, que olía a azúcar quemada que ya se enfrió, y que cabía entre las imágenes de bolitas perdidas, lápices que insistían en quebrar su punta tan laboriosamente labrada, tazas sin oreja y tantas otras cosas imperfectas. Total, los pensamientos y los suspiros se parecen porque ambos hacen creer que lo real existe, hasta que existen los libros de fierro y los marcalibros hechos de mechones de pelo blanco.

Cuando trató de aferrarse al rosado cojín que venía calculando de lejos agarrar, se distrajo entre tantas ideas que no eran verdad, que finalmente terminó él mismo por no ser cierto y resbaló, en un mundo entero que nunca existió.

1 comentario:

Unknown dijo...

Yo creo en ese mundo, en cada momento de nuestras vidas, y que es interrumpido por la ceguera y el miedo.

Con cariño
Mariana