jueves, abril 7

Cotidian Lifestyle (o tejado de vidrio)

Desde Freud, seco él.
(Desde Freud mismo el título es demasiado tag-eable como alusiones a asuntos íntimos, pero por lo mismo, se deja así el accidente)

Tiene aquellos textos "culturales" donde la idea es desmenuzar algunas cosillas humanas que aparecen por el sólo hecho de que vivimos en interacción, generando estas pautas o patrones compartidos de lo que es bueno y malo, lindo y feo, admisible e inadmisible, y que van a favorecer o impedir la convivencia. Psicología de las masas, Psicopatología de la vida cotidiana, Totem y Tabú parece que son los pilares de este análisis culturoso, si olvido alguno, eso tiene explicación evidente hablando de Freud.

No tiene para qué llegar el Feng Shui a occidente para que sepamos que existen condiciones mínimas de habitabilidad de los espacios: orden, sentido, usabilidad, estética. La entropía es una de las señoritas más competentes de la tierra, por lo que además de "mente sana en cuerpo sano" debe haber una casa linda, una cama cómoda, un baño limpio y así mil condiciones que dignifican los espacios. Entre el extremo opuesto y Diógenes hay una distancia cualitativa, en cuanto a que la independencia de lo material no necesariamente es la madre de todo el desorden que se acumula...pero algo debe haber que lo explique. Al menos algo que lo resuelva.

Aquí topamos con el asuntito de fondo y el salto es poco previsible pero tiene mucho sentido: la compulsión de repetición tan pero tan humana.

A ver.
La respuesta de la gente frente al caos, cualquiera sea su expresión, tiende a ser estable a lo largo de la vida.

Huida.
Reseteo.
Evasión.
Rabia.
Proyección.

O sea, en el primer caso, el abandono del esfuerzo, la renuncia, en buen chileno mandar todo a la conchesumare.

El segundo refiere a la vuelta a cero, empezar de nuevo, generar normas, criterios, y fabricar un todo que si bien trae algo del antes, es intrínsecamente nuevo. El riesgo? las consecuencias...elementos que quedan en el camino, en el computador esos documentos que no fueron guardados, en los nuevos escenarios el ajuste necesario, la pérdida imaginaria de las miles de otras alternativas por las que no se optó...que químicamente se disfraza de pérdida de libertad y entonces hace perder la cabeza.

El tercero es una tentación infantil casi irresistible: dormir, salir, beber, fumar, comer, ocuparse mucho (auch).

El cuarto es cíclico y sobreviene cuando hay un despunte de conciencia del estado de cosas...energía rabiosa que deviene negentrópica aunque no por ello ajena de efectos secundarios, desde un extremo cansancio hasta el deterioro de las relaciones entre las personas. Aquí entonces es esencial el filtro, que no vaya a caer al primer tópico y la rabia se use como recurso de huida, porque hay que ver que no cada vez que uno se defiende lo necesita, así como hay varias veces en que debiendo intervenir uno no lo hace.

La proyección es una genia sin igual: lograr ver pajas en todos los ojos es casi un medio de supervivencia. Es harto más sencillo culpar que responsabilizarse, así como es mucho más simple desechar que comprometerse.

Yo huyo, tú huyes, ellos huyen.
Yo culpo, tú culpas, ellos culpan.

Y las relaciones humanas que sobreviven a veces se pueden sostener sólo en el enclenque balancín de estar de acuerdo en lo tontos que son los demás, en cómo se distribuyen las culpas del resto, en cómo se nota que se hacen los lesos y excusan sus comportamientos en cualquier oportunidad de aquello que les salga al camino.

Pero el espejo,
el ombligo...
Requieren virtud.

Aristóteles dice que sólo los virtuosos pueden amar.
Amar parte por amigarse quizás con el tejado de vidrio, mal que mal deja pasar el sol y el calor, es impermeable y permite mirar lejos lejos hasta las estrellas.

Tarea para valientes.

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